martes, 13 de diciembre de 2011

DATOS

La violencia de género terminará cuando hayan desaparecido de las mentes y de los corazones de toda la sociedad las mentiras y los mitos que históricamente han defendido la superioridad del hombre a costa de la vida de las mujeres, de sus ideas, de sus sueños, de sus deseos, de su inteligencia y de su libertad. Y no es posible ignorar que las violaciones de los derechos humanos de las mujeres son una cuestión de Estado, así como que las condiciones estructurales que reproducen la desigualdad de las mujeres son forma de violencia en sí mismas que, por añadidura, constituyen el caldo de cultivo idóneo para que se desarrolle la violencia personal en el seno de las parejas.

Los celos, consentidos, comprendidos y tolerados socialmente son la excusa perfecta para el control. Todo sentimiento de posesión de pareja se justifica bajo la excusa de que se es muy celoso, como si fuera un plus de cariño, cuando en realidad solo demuestra inseguridad, egoísmo y necesidad de controlar a la persona que supuestamente se ama. Muchas mujeres llegan a interiorizar que los celos son una prueba de amor. Lo más grave, sin embargo, es que incluso en los tribunales se aceptan bajo la engañosa denominación pseudocientífica de celopatías como eximente o motivo de enajenaciones transitorias. Los medios de comunicación refuerzan la excusa y siguen hablando sin rubor de crimen pasional.

Es importante describir el ciclo de la violencia según lo hizo Leonor Walker en 1984, el ciclo comienza con una primera fase de tensión. En ella, el maltratador cambia su estado de ánimo de forma repentina y se muestra molesto ante cualquier comportamiento de la mujer. Si ella comienza a dejar de hacer las cosas que a él le incomodan y a no opinar, entrará en una fase de inmovilidad tras la que él le acusará de no valer nada, de ser un mueble. Si intenta solucionar los problemas o las broncas verbalmente, se encontrará frente a un hombre que le explicará su visión de la vida y la desautorizará, con lo que ella acabará dudando de sus propias opiniones. La distancia emocional y la irritabilidad del maltratador van aumentando hasta que éste pasa a la segunda fase, la violencia física. Es la descarga de toda la tensión que se ha ido acumulando durante la primera fase. El agresor minimizará los hechos, buscará justificaciones a su agresión y pasará a la fase de arrepentimiento, en la que se hace obvia la manipulación afectiva. El maltratador pedirá perdón, jurará que nunca más volverá a ocurrir y mostrará el cariño que parecía haber perdido hacia ella. Si la mujer le cree y le perdona resurgirá la relación y de nuevo se reiniciará el ciclo. A lo largo del tiempo, la primera y segunda fase se harán más breves hasta que la tercera la del arrepentimiento, llegue a desaparecer por completo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario