Este blog tiene como objetivo fundamental admitir y difundir la importancia de la educación en igualdad desde la infancia, como acción preventiva para potenciar el respeto por los derechos humanos y combatir la violencia de género.
jueves, 15 de diciembre de 2011
martes, 13 de diciembre de 2011
¿QUÉ ES LA VIOLENCIA DE GÉNERO?
Es la violencia que ejercen algunos hombres contra las mujeres por el hecho de serlo. La más violenta es la que ejercen los hombres con sus parejas en la intimidad del hogar. Decenas de mujeres mueren cada año a manos de sus parejas o sus ex parejas. El intento individual de salir del maltrato, hace que aumenten los casos de asesinato. Por ello, el pedir ayuda es primordial.
TIPOS DE VIOLENCIA
PSÍQUICA.-
Son todas aquellas conductas que producen desvalorización y sufrimiento en la mujer: son las amenazas, las humillaciones, exigencias de obediencia, intentar convencer a la víctima que ella es la culpable de cualquier problema. Son también los insultos, el control de las salidas de casa, humillaciones en público, descalificar siempre a la mujer, aislamiento etc.
FÍSICA
Es la más evidente y abarca cualquier acto no accidental, que provoque o pueda producir daño en el cuerpo de la mujer, irán desde las bofetadas hasta el asesinato.
SEXUAL
Siempre que se imponga a la mujer una relación sexual contra su voluntad, ya sea completa e incompleta.
SOCIAL
El maltratador va alejando cada vez más a la mujer de su familia y de su red de contactos, no permitiéndole que tenga relación con ellos/as.
ECONÓMICA
La víctima no tiene acceso al dinero, porque el agresor se lo controla, incluso aunque ella sea independiente económicamente.
Generalmente no se da sólo un tipo de maltrato aislado, sino que nos encontramos con varios de ellos unidos, ya que siempre que hay malos tratos físicos hay malos tratos psicológicos ( no es necesario explicar que una paliza por parte de su pareja siempre es humillante y menoscaba la integridad y autoestima de la mujer) en cuanto a los sexuales obvia decir que a nadie le apetece irse a la cama con su maltratador.
DATOS
La violencia de género terminará cuando hayan desaparecido de las mentes y de los corazones de toda la sociedad las mentiras y los mitos que históricamente han defendido la superioridad del hombre a costa de la vida de las mujeres, de sus ideas, de sus sueños, de sus deseos, de su inteligencia y de su libertad. Y no es posible ignorar que las violaciones de los derechos humanos de las mujeres son una cuestión de Estado, así como que las condiciones estructurales que reproducen la desigualdad de las mujeres son forma de violencia en sí mismas que, por añadidura, constituyen el caldo de cultivo idóneo para que se desarrolle la violencia personal en el seno de las parejas.
Los celos, consentidos, comprendidos y tolerados socialmente son la excusa perfecta para el control. Todo sentimiento de posesión de pareja se justifica bajo la excusa de que se es muy celoso, como si fuera un plus de cariño, cuando en realidad solo demuestra inseguridad, egoísmo y necesidad de controlar a la persona que supuestamente se ama. Muchas mujeres llegan a interiorizar que los celos son una prueba de amor. Lo más grave, sin embargo, es que incluso en los tribunales se aceptan bajo la engañosa denominación pseudocientífica de celopatías como eximente o motivo de enajenaciones transitorias. Los medios de comunicación refuerzan la excusa y siguen hablando sin rubor de crimen pasional.
Es importante describir el ciclo de la violencia según lo hizo Leonor Walker en 1984, el ciclo comienza con una primera fase de tensión. En ella, el maltratador cambia su estado de ánimo de forma repentina y se muestra molesto ante cualquier comportamiento de la mujer. Si ella comienza a dejar de hacer las cosas que a él le incomodan y a no opinar, entrará en una fase de inmovilidad tras la que él le acusará de no valer nada, de ser un mueble. Si intenta solucionar los problemas o las broncas verbalmente, se encontrará frente a un hombre que le explicará su visión de la vida y la desautorizará, con lo que ella acabará dudando de sus propias opiniones. La distancia emocional y la irritabilidad del maltratador van aumentando hasta que éste pasa a la segunda fase, la violencia física. Es la descarga de toda la tensión que se ha ido acumulando durante la primera fase. El agresor minimizará los hechos, buscará justificaciones a su agresión y pasará a la fase de arrepentimiento, en la que se hace obvia la manipulación afectiva. El maltratador pedirá perdón, jurará que nunca más volverá a ocurrir y mostrará el cariño que parecía haber perdido hacia ella. Si la mujer le cree y le perdona resurgirá la relación y de nuevo se reiniciará el ciclo. A lo largo del tiempo, la primera y segunda fase se harán más breves hasta que la tercera la del arrepentimiento, llegue a desaparecer por completo.
Los celos, consentidos, comprendidos y tolerados socialmente son la excusa perfecta para el control. Todo sentimiento de posesión de pareja se justifica bajo la excusa de que se es muy celoso, como si fuera un plus de cariño, cuando en realidad solo demuestra inseguridad, egoísmo y necesidad de controlar a la persona que supuestamente se ama. Muchas mujeres llegan a interiorizar que los celos son una prueba de amor. Lo más grave, sin embargo, es que incluso en los tribunales se aceptan bajo la engañosa denominación pseudocientífica de celopatías como eximente o motivo de enajenaciones transitorias. Los medios de comunicación refuerzan la excusa y siguen hablando sin rubor de crimen pasional.
Es importante describir el ciclo de la violencia según lo hizo Leonor Walker en 1984, el ciclo comienza con una primera fase de tensión. En ella, el maltratador cambia su estado de ánimo de forma repentina y se muestra molesto ante cualquier comportamiento de la mujer. Si ella comienza a dejar de hacer las cosas que a él le incomodan y a no opinar, entrará en una fase de inmovilidad tras la que él le acusará de no valer nada, de ser un mueble. Si intenta solucionar los problemas o las broncas verbalmente, se encontrará frente a un hombre que le explicará su visión de la vida y la desautorizará, con lo que ella acabará dudando de sus propias opiniones. La distancia emocional y la irritabilidad del maltratador van aumentando hasta que éste pasa a la segunda fase, la violencia física. Es la descarga de toda la tensión que se ha ido acumulando durante la primera fase. El agresor minimizará los hechos, buscará justificaciones a su agresión y pasará a la fase de arrepentimiento, en la que se hace obvia la manipulación afectiva. El maltratador pedirá perdón, jurará que nunca más volverá a ocurrir y mostrará el cariño que parecía haber perdido hacia ella. Si la mujer le cree y le perdona resurgirá la relación y de nuevo se reiniciará el ciclo. A lo largo del tiempo, la primera y segunda fase se harán más breves hasta que la tercera la del arrepentimiento, llegue a desaparecer por completo.
¿ POR QUÉ UTILIZA LA VIOLENCIA EL MALTRATADOR?
El maltratador utiliza la violencia porque puede, porque la mujer no le va a devolver el golpe. Además de que están educadas en la indefensión, en las relaciones de maltrato, previamente el agresor ya ha realizado una labor de destrucción psicológica que propicia la sumisión de la víctima. También podrá maltratar si los vecinos no llaman a la policía ni van en auxilio de la víctima. Porque la presión social contra las mujeres ha conseguido también que, en la mayoría de los casos, la víctima esté avergonzada, encerrada en su casa sin contar nada de lo que ocurre con su pareja ni a sus familiares ni a sus amigas mientras el agresor lleva una agradable vida social.
El maltratador agrede porque su mujer tendrá que buscarse un lugar seguro antes de denunciarle. Un lugar seguro que significa abandonar su casa, su pueblo o ciudad, en algunos casos a sus hijos, sobre todo si estos son menores, el trabajo si lo tiene, y las relaciones de amistad o familia si le queda alguna, pasarán a ser clandestinas. Una vez abandonada la casa, como ya no podrá ocultar por más tiempo la situación a sus íntimos, la mujer rara vez encontrará comprensión. Lo más seguro es que se enfrente a las críticas de “cómo has aguantado tanto” o incluso “la culpa es tuya por consentirle”.
El maltratador agrede porque sabe que, aunque la víctima le denuncie, la justicia no será demasiado severa en el caso de que su mujer consiga ganar el juicio. También sabe que sería raro que uno de sus amigos le retirase la palabra o dejaran de tomar café con él. Profesionalmente, seguirá siendo el mismo y en ningún momento se cuestionará su idoneidad para el puesto que desempeñe por sus cosas de pareja, aunque tenga un cargo público, o sea miembro de las fuerzas de seguridad del estado, o un periodista de cualquier importante medio de comunicación o incluso si se dedica a impartir justicia. El maltratador agrede porque sería raro que alguien de su familia se lo recriminara, toda la culpa la tendrá ella. Y a ella le costará mucho tiempo irse y comenzar una nueva vida sola, porque ya se ha encargado él de controlar su vida profesional y los recursos económicos de la pareja. En definitiva el maltratador agrede porque las estructuras le amparan y la sociedad se lo permite. Las mujeres maltratadas que consiguen romper con sus parejas y con las situaciones de violencia que éstas provocan, se enfrentan a un sistema lleno de trampas. Su éxito es el de todas las mujeres.
El maltratador agrede porque su mujer tendrá que buscarse un lugar seguro antes de denunciarle. Un lugar seguro que significa abandonar su casa, su pueblo o ciudad, en algunos casos a sus hijos, sobre todo si estos son menores, el trabajo si lo tiene, y las relaciones de amistad o familia si le queda alguna, pasarán a ser clandestinas. Una vez abandonada la casa, como ya no podrá ocultar por más tiempo la situación a sus íntimos, la mujer rara vez encontrará comprensión. Lo más seguro es que se enfrente a las críticas de “cómo has aguantado tanto” o incluso “la culpa es tuya por consentirle”.
El maltratador agrede porque sabe que, aunque la víctima le denuncie, la justicia no será demasiado severa en el caso de que su mujer consiga ganar el juicio. También sabe que sería raro que uno de sus amigos le retirase la palabra o dejaran de tomar café con él. Profesionalmente, seguirá siendo el mismo y en ningún momento se cuestionará su idoneidad para el puesto que desempeñe por sus cosas de pareja, aunque tenga un cargo público, o sea miembro de las fuerzas de seguridad del estado, o un periodista de cualquier importante medio de comunicación o incluso si se dedica a impartir justicia. El maltratador agrede porque sería raro que alguien de su familia se lo recriminara, toda la culpa la tendrá ella. Y a ella le costará mucho tiempo irse y comenzar una nueva vida sola, porque ya se ha encargado él de controlar su vida profesional y los recursos económicos de la pareja. En definitiva el maltratador agrede porque las estructuras le amparan y la sociedad se lo permite. Las mujeres maltratadas que consiguen romper con sus parejas y con las situaciones de violencia que éstas provocan, se enfrentan a un sistema lleno de trampas. Su éxito es el de todas las mujeres.
PERFIL DEL MALTRATADOR
Los maltratadores son hombres normales, demasiado normales. Son los varones que participan del pensamiento machista tradicional y conciben a sus parejas como objetos propios. Están convencidos de que tienen una mujer como tienen un coche. No dudan de su superioridad frente a las mujeres. Independientemente de cómo sean, cualquier mujer es inferior a ellos. Participan del imaginario colectivo, refrendado por la ley hasta hace poco, de que las mujeres son propiedad de los hombres, primero de sus padres y después de sus maridos. Hay maltratadores de todas las edades y entre todas las clases sociales, de todas creencias religiosas, de todas las ideologías políticas, analfabetos y master en telecomunicaciones. Negar sus comportamientos es uno de los rasgos comunes que tienen entre ellos. Por lo demás, una actitud habitual entre los varones ante los abusos de poder sobre las mujeres. Los maltratadores son incapaces de reconocer que están haciendo algo incorrecto o malo. Para ellos, están desempeñando el papel que le corresponde al hombre " como debe ser".Todo forma parte de la cultura en la que vivimos. Esta mentira la mantienen ante ellos mismos y ante los demás, convirtiéndose en el mecanismo que les permite mirarse al espejo todas las mañanas sin sentir remordimiento o culpa.
Niegan los maltratos por varias vías: minimizando lo que han hecho, buscando excusas dentro del razonamiento y justificando. Dan una explicación de lo que está ocurriendo según sus propios esquemas y pensamientos, y cada vez traspasan más los límites de su conducta, de tal manera que llegan a un punto que hagan lo que hagan, por muy horrible que sea, a ellos les parece normal. Cuando un maltratador explica la relación con su compañera, dice los tópicos machistas y sobre todo, se hace la víctima " en realidad es ella quien me tiene dominado", " si la que manda en casa es mi mujer", " si vive como una reina, no trabaja, solo tiene que hacer las cosas de casa". Los maltratadores son expertos manipuladores emocionales.
Su principal argumentación, como es habitual también en la cultura machista y patriarcal, es culpabilizar a las mujeres de todo cuanto ocurre. Así sabemos que los hombres no violan no agreden a las mujeres, son ellas las que provocan. Lo llegan a decir los jueces por escrito en sus sentencias. También, si su mujer no trabaja fuera de casa es porque ella no quiere, y si ellos se enfadan o reaccionan con violencia es porque ellas les han sacado de sus casillas. Incluso cuando están en prisión son capaces de argumentar que si están en la cárcel es porque su mujer los ha denunciado, no porque él era un violador, un torturador o se comportaba como una bestia con ella. Los maltratadores no tienen ninguna capacidad de empatía, ni saben ni quieren saber qué siente, qué piensa o qué quiere ella. Negando y justificando, sobreviven perfectamente. Son hombres que necesitan reafirmarse, no toleran perder y creen que siempre tienen razón. Este tipo de agresores, fuera del contexto doméstico, suelen resultar unas personas encantadoras, amables e incluso cariñosas.
Niegan los maltratos por varias vías: minimizando lo que han hecho, buscando excusas dentro del razonamiento y justificando. Dan una explicación de lo que está ocurriendo según sus propios esquemas y pensamientos, y cada vez traspasan más los límites de su conducta, de tal manera que llegan a un punto que hagan lo que hagan, por muy horrible que sea, a ellos les parece normal. Cuando un maltratador explica la relación con su compañera, dice los tópicos machistas y sobre todo, se hace la víctima " en realidad es ella quien me tiene dominado", " si la que manda en casa es mi mujer", " si vive como una reina, no trabaja, solo tiene que hacer las cosas de casa". Los maltratadores son expertos manipuladores emocionales.
Su principal argumentación, como es habitual también en la cultura machista y patriarcal, es culpabilizar a las mujeres de todo cuanto ocurre. Así sabemos que los hombres no violan no agreden a las mujeres, son ellas las que provocan. Lo llegan a decir los jueces por escrito en sus sentencias. También, si su mujer no trabaja fuera de casa es porque ella no quiere, y si ellos se enfadan o reaccionan con violencia es porque ellas les han sacado de sus casillas. Incluso cuando están en prisión son capaces de argumentar que si están en la cárcel es porque su mujer los ha denunciado, no porque él era un violador, un torturador o se comportaba como una bestia con ella. Los maltratadores no tienen ninguna capacidad de empatía, ni saben ni quieren saber qué siente, qué piensa o qué quiere ella. Negando y justificando, sobreviven perfectamente. Son hombres que necesitan reafirmarse, no toleran perder y creen que siempre tienen razón. Este tipo de agresores, fuera del contexto doméstico, suelen resultar unas personas encantadoras, amables e incluso cariñosas.
ACCIONES EDUCATIVAS PARA EVITAR COMPORTAMIENTOS DISCRIMINATORIOS
Sólo podemos terminar con la violencia cuando se modifiquen las estructuras que discriminan a las mujeres situándolas como ciudadanas de segunda categoría. Y la clave para cambiar estas estructuras está en la educación. Por un lado la educación en la familia. Como señalan las expertas es necesario separar a los menores de los maltratadores, que, además del daño directo que hacen, inculcan a sus hijos el desprecio hacia las mujeres, y a sus hijas, el rol de la sumisión. También es fundamental que las mujeres tomemos conciencia del daño que los roles tradicionales nos hacen a nosotras mismas y a nuestras hijas e hijos. La gran victoria del patriarcado ha sido hacer a mujeres trasmisoras de su propia subordinación a través de la educación que inculcan a sus hijos y a sus hijas. Una situación que las mujeres podemos modificar, está en nuestras manos.
El segundo lugar determinante para la educación de los menores es la escuela. Un gesto, un golpe, un insulto, hacer oídos sordos, menospreciar, amenazar, ridiculizar, marginar…en una palabra: excluir, todo esto son manifestaciones de la violencia en la escuela que afectan a cada niña y cada niño, a su cuerpo, a su sexualidad, a la visión que tienen de sí, a su dignidad…Son palabras del Instituto de la Mujer publicadas en el cuaderno de educación no sexista titulado “Prevenir la violencia. Una cuestión de cambio de actitud”. En él se añade que ejercer violencia es imponer pensamientos o valores por la fuerza, es hacerse valer con el miedo, es no entrar a dialogar, es excluir e infravalorar todo lo que pone en cuestión el poder de quién la pone en marcha y la utiliza. El cuaderno advierte que: se considera que el papel de las mujeres es el de cuidar y mantener las bases en las que se asienta ese mundo de corte masculino. Esa tradición aún hoy y con cierta frecuencia, se trasmite a niños y niñas a través de los diversos ámbitos educativos. Tanto en las familias violentas como en los ámbitos educativos en los que se utilice cualquier manifestación de violencia o se impongan a los menores los roles tradicionales de hombres y mujeres, los niños aprenderán a hacerse valer por la fuerza y las niñas a ser invisibles o, como señala el cuaderno, a imitar el mundo de los niños, no por opción personal, sino para lograr cierto reconocimiento.
La comunidad escolar tiene doble responsabilidad. En primer lugar, es necesario que eduque a sus alumnos y alumnas en los valores de respeto e igualdad entre hombres y mujeres, en los valores del reconocimiento de los derechos humanos para todos y para todas y en segundo lugar, tiene la obligación de detectar las familias en las que se ejerce la violencia de género. Los menores lo evidencian de mil maneras. Aquellos que no lo consiguen verbalizar, lo expresarán a través de su comportamiento.
El silencio de toda la sociedad es cómplice de la violencia que se desarrolla cotidianamente contra las mujeres.
lunes, 12 de diciembre de 2011
EDUCAR EN IGUALDAD DESDE LA FAMILIA
Al nacer, la identidad de niños y niñas, no solamente viene determinada por el sexo, tradicionalmente también lo ha estado por el proceso de socialización y por la educación.
La familia es el primer agente socializador de los niños y las niñas, al mismo tiempo donde más se puede fomentar y consolidar los estereotipos tradicionales del hombre y la mujer. No obstante también puede ser uno de los principales entornos donde educar en iguladad a los hijos y las hijas.
Son varias las esferas de la vida familiar las que determinan las diferencias en el trato y en los roles.
Para ello es fundamental para educar en igualdad..
La familia es el primer agente socializador de los niños y las niñas, al mismo tiempo donde más se puede fomentar y consolidar los estereotipos tradicionales del hombre y la mujer. No obstante también puede ser uno de los principales entornos donde educar en iguladad a los hijos y las hijas.
Son varias las esferas de la vida familiar las que determinan las diferencias en el trato y en los roles.
Para ello es fundamental para educar en igualdad..
- Cambiar los modelos familiares; la concepción tradicional de que labores eran femeninas y trabajos masculino.
- Valorar la diferencia como personas y no como sexos.
- Potenciar la comunicación interpersonal y la expresión de los sentimientos con los niños y las niñas independientemente de su sexo.
- Fomentar la práctica de actividades extraescolares sin hacer diferenciaciones con el sexo.
- Utilizar un lenguaje correcto y evitar el uso de palabras y dichos sexistas que fomenten la desigualdad.
Explicar los mensajes que utilizan los medios de comunicación para fomentar una actitud responsable.Los modelos de referencia más próximos para los menores van a ser determinantes en el aprendizaje de valores y actitudes. No hay que olvidar que durante los primeros años las niñas y niños se rigen por la imitación de los adultos. De ellos dependen, en buena medida, que esos comportamientos e ideas se construyan sobre una base de igualdad.
Pequeñas claves
- Darle al niño y a la niña lo que le guste, no lo que socialmente le corresponde.
- Hablar con las niñas/os sobre la importancia de respetar al otro y de que la riqueza de las personas no viene determinada por su condición sexual.
- Ser críticos con el lenguaje a las imágenes discriminatorias que fomentan comportamientos negativos.
- Colaborar en el desarrollo de la autonomía personal y afectiva de niñas y niños para prevenir la violencia de género.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)